lunes, 6 de noviembre de 2017

Recuperar al niño interior

Recuperando al niño interior





El niño interior es aquella parte de nosotros que nos conecta con la inocencia, la alegría, la confianza que teníamos  de niños cuando el mundo nos parecía un lugar maravilloso lleno de magia. Nos ayuda a fluir, a tener imaginación y creatividad.

Cuando nos hemos alejado de él, normalmente por traumas en la infancia, pero también por exceso de responsabilidad o querer ser perfectos para papá y mamá, nos cuesta confiar, nos cuesta abrirnos a los demás sin miedo y nos mostramos a la defensiva, como si el mundo fuera un lugar hostil y amenazante del que debemos protegernos. Y así terminamos aislándonos, refugiándonos en nosotros mismos o a veces en comportamientos que nos ayudan a esconder ese miedo, como puede ser el exceso de alegría o el bromear constante, responder siempre que todo esta bien, aunque no lo este, buscar la aprobación de los demás...y un largo etcétera. 
Al final, nada nos sirve, pues nos seguimos sintiendo vacíos, solos y desamparados, viviendo la vida sin ilusión, sin ganas, alejados de lo que realmente nos hace felices...

Es necesario pues recuperar esa confianza que nos faltó, esa ilusión por la vida, ese espíritu aventurero y alegre...para ello primero hay que sanar las heridas que abrieron esa distancia, ya sea con nuestros padres, o con aquellos que provocaron el trauma o el daño, o con nuestro propio comportamiento, sea lo que sea reconciliarse con aquello y aquellos que nos dañaron para poder liberarnos de ese dolor.

Pero ¿como lo hacemos?...hay muchas formas y dependerá de lo complejo o doloroso del hecho, pero aquí os propongo una pequeña visualización que funciona:


  • visualizamos a la persona o personas que nos hicieron daño, también puede ser un hecho o situación (accidente, enfermedad, traslado de vivienda, etc), o a nosotros mismos si es el caso.
  • decimos las siguientes frases en voz alta:
    • "hola, me alegra verte"
    • "soy yo, eres tu"
    • "todo eso pasó, lo acepto"
    • "te hago responsable de tu parte, y yo de la mía"
    • "te canto lo que me quedo por decir"  y con una melodía o sonido sin letra, sin palabras, expresamos todo aquello que sentimos hacia esa persona o situación
    • "gracias"
  • luego nos visualizamos a nosotros de niños
  • y nos decimos las siguientes frases en voz alta:
    • "hola, me alegra verte"
    • "eres mi niño interior"
    • "lo siento"
    • "te quiero, te necesito, estoy orgulloso de ti"
    • "gracias"
A veces esto no es suficiente, pero es un primer paso para ir despejando el camino, acercándonos a nosotros mismos. 



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